Es un lujo contar con espectadores tan entregados al espectáculo, que motivados por la visión de un grupo practicantes se mueven inquietos en sus improvisados asientos con el afán de emular los movimientos.
Una exclamación repentina: ¡Yaaaá! Una afirmación: ¡Mira, Kung Fu!
Una precisión interesante: ¡No, eso es Tai Chi! Y es que los niños cada vez saben más de todo lo que ocurre a su alrededor.
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