LA DANZA DEL DESCUBRIMIENTO

Es un viaje que empieza en un solo paso. Con él descubrimos un mundo que siempre estuvo ahí y que a la vez parece ser nuevo.
Se descubren vergeles, selvas, torrentes y cataratas que se desprenden de los acantilados. Mares que siguen los ritmos cíclicos de la Luna, que guardan celosamente el secreto de sus corrientes bañando costas de arenas oscuras y claras.
Continentes llenos de magia, de encanto, de peligros y engañosas trampas. De parajes dados al espejismo, a la escasez y al calor. Donde la vida es una joya que brota de una flor, enviando en el viento la fragante promesa de la vida.
Brisas, vientos, tornados y huracanes en todo momento por todo el continente, por todos los continentes; continentes que contemplan noches cerradas y otras abiertas, de cielos claros rebosando de estrellas, titilantes luceros que observan el paso de fugaces compañeras.
Y todo empezó con un solo paso en el que descubrimos todo lo que llevamos dentro de nosotros mismos, nuestro mundo y su naturaleza creadora y destructiva a la vez, benevolente y despiadada
El transito del viajero se realiza en la danza con la que se adentra, se siente y percibe. El mar son sus emociones, los vientos sus ideas, los abismos sus temores, las montañas sus grandezas, las cavernas una invitación a encontrar dentro de sí ocultos tesoros.
Danzar es entonces una aventura de conocimiento y reconocimiento interior, de sabernos simples y complicados.
Somos, en otras palabras, los llamados a hacer de ese mundo que hemos descubierto, nuestro mundo, un mundo mejor. Libre de peligros, trampas y espejismos; de aires limpios y claros; de aguas transparentes, calmas, impetuosas y vivificantes.
Para transformarlo todo, para cambiar el mundo que nos rodea, debemos empezar por el mundo de adentro; dándole paz, tranquilidad, actividad creadora y equilibrio constante a través de la danza.

Rony